lunes, 8 de agosto de 2011

El uso del claxon


En las urbes normales (o sea las otras) el claxon es utilizado para advertir a los peatones distraídos que o despejan la vía o además de despistados (es decir expulsados violentamente de la pista) serán convertidos en fantasma vía llanta, con lo que pasarán a formar parte del club de los seres en los que nadie cree, junto a los sacerdotes y los políticos. En Trujillo, sin embargo, la bocina es una herramienta multifacética que además sirve como:
CATAPULTA
Cuando el claxonero (haciendo gala de su refinado sentido del humor) enfila sus baterías contra el primer peatón desprevenido que encuentra (de preferencia inválidos, ancianos y turistas) al que suele sobresaltar de tal forma que cuando el tipo se recupera del susto se encuentra –además de sordo- cara a cara con el gato en algún techo del barrio.
INSTRUMENTO MUSICAL
Parrandero nato, nuestro engreído está feliz de contribuir con el tema de su preferencia a que las calles de Trujillo sean una ensalada turboestereofónica donde se combinan la salsa, el perreo y hasta melodías históricas, como en el caso de algunos conductores apristas que circulan al ritmo de La Marsellesa. Esto último, además de resultar mortífero para el buen gusto lo fue también para varios visitantes franceses, quienes al escuchar su himno mientras cruzaban la avenida España no tuvieron mejor idea que detenerse a cantarlo con tal concentración que tres días después estaban de vuelta a su tierra, más específicamente tres metros debajo y con una lápida en la barriga.
ACCESORIO DE SEDUCCIÓN
El claxonero Casanova se sirve de su implemento sónico para llamar la atención de algunas mujeres a las que luego embelesa con cuanta perversión le dicta su sistema cerebro-testicular, también responsable de que les evalúe la nalgamenta al mismo tiempo.
Ahora, como es fácil deducir, un hombre que necesita de una bocina para captar la atención de una mujer no es precisamente el rey de la personalidad, debido a lo cual por lo general nuestro personaje no alcanza éxitos en el campo del amor… Ni en ningún otro.

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